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viernes, 16 de septiembre de 2016

INSOLENTES
















Hay gente en este mundo, que se creen que este gira alrededor suya. Gente que tratan a los demás como si fuesen marionetas, que piensan que solo ellos tienen voz y voto, que se creen superiores por el mero hecho de que algún día estuvieron en alguna cúspide artificial, que pertenecieron a otro estatus social y en ese momento se creyeron mejores. Gente más superficial de lo normal a los que les cuesta vivir en la realidad alejada de la que en su día conocieron, que continúan pisando a sus semejantes a pesar de haber perdido sus tacones en un sendero que tan solo ha comenzado a mostrarles el camino de su decadencia, pero que a la vez les intenta enseñar la lección de la humildad a la cual son proclives a rechazar. No teniendo en cuenta que los que aún les prestan su apoyo desinteresadamente, son semejantes a los que tienen mucho que agradecer, lejos de los desprecios y las faltas de reconocimiento a los que los someten. Semejantes que no siempre tolerarán su arrogancia y falta de escrúpulos, gentes de buen hacer que también tienen sus limites y  limitaciones.  Los cuales pueden aguantar algún desprecio, pero que no siempre van a estar para aguantar su arrogancia y aires de superioridad. Nadie es mejor que nadie, por que todos somos mejores que otros en algo.  El peso de la justicia universal hará pagar pena en alguna de las prisiones destinadas a tal fin. No ha de ser una celda, no todas las prisiones han de ser físicas, pero hay condenas más insoportables que una celda cerrada. Son gente interesada que alaba por conveniencia, sin principios y con un mal fin. Que idolatran con hipocresía y son fachada de miseria. A los que molesta que se les corrija aunque su error sea tan garrafal que incluso les perjudique, pero su estúpido orgullo les impide reconocer su equivocación aunque sea en detrimento de sus necesidades. Ellos que se creen con derecho a todo y obligados a nada, que exigen el respeto del que carecen para con los demás. No saben agradecer la tolerancia y el esfuerzo realizado para con ellos. Y se alzan en castillos de humo para vender más humo. Necios intolerantes sin más raíz que su propio ego, desprecian todo lo que no entienden y desaprueban lo que no se les ha ocurrido a ellos mismos. Trabajan con la mentira que tan solo ellos se creen tras ser desvelada, ignorantes que se las dan de intelectuales inteligentes. No tienen más valor que la fachada en la que viven, tan frágil como la lealtad a los valores reales de la vida de los cuales carecen en su gran mayoría o a las personas a las que utilizan para alcanzar sus objetivos.  Sombras arrogantes y egocentricas de caricatura que fomentan la xenofobia y se tiñen de luz para acudir a la fiesta carnavalesca en la que habitan representando un papel tan miserable como su alma. Gente sin escrupulos que a diario acarician la avaricia, el despotismo y la hoja afilada de la que terminará siendo su guadaña, como sanguijuelas que terminan exprimiendo a su última victima.

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