AUSENCIAS

Ausencia es la voz que lleva al recuerdo de los anhelos que un dia se fueron.
Ausencia en los ojos del que no sabe mirar, en la voz del que nada tiene que decir, en los pasos del que camina sin rumbo, en los oidos del que no quiere escuchar.
No es sino desdeñable la que se impone por convicción, más amarga por desdicha si la impuso obligación.
Camina ausente, como quien nada tiene que ganar o perder. Con la mirada perdida en otro mundo, un paso sin decisión, la voz muda por quebrada, el cuerpo languido deslizandose sobre un asfalto que nada le reprocha.
Ausente en un momento eterno, que sin prisa no busca salida alguna.
Ausente de la ausencia de la gente que no le rodea, que no le mira, que no le habla, que no le escucha. Con una dirección sin rumbo que cambia en cada esquina. El silencio de un futuro que le oprime cada día.
Ausencia en las laderas de una cima que no llega en un presente que es inerte en la mente de la gente que simplemente lo mira ausente.
Ausencia sin prejuicio que desata algunos lios, que relaja los sentidos cuando aún no se ha dormido. Quizás ausencia en la memoria por cobardía u osadía, quizás tan solo escondida detrás de alguna otra mentira. Es el caliz de los locos, a veces el brebaje de la infamia. El té de los solitarios y el manjar de los que no tienen nada.
Ausencia en un tiempo estancado, en su bosque de los heraldos mientras la niebla cubre con su manto, hasta el cielo de los pantanos. Ausencia viva está en su vida cabalgando sin medida, a galope ciego a crin sin criba, frio acero que atraviesa sin ira.
Nunca fué lo que nunca hubo, sin presente no hay futuro. Es ausencia ese escudo al que algunos guardan culto, por respuesta descarada a preguntas endiabladas. A veces pulcra y a veces casta, cuando no menos burda y envenenada, es su ausencia la de todos por ausencia de unos pocos.