Este fuego que quema y quien debiera extinguirlo, no hace si no más que avivarlo. Los jinetes del apocalipsis,que cabalgan a lomos de los gobiernos. Esos a los que colocamos para que mejoren nuestras vidas. Que nos prometen el cielo y nos venden al infierno, que nos alaban para que los aupemos y cuando son aupados, nos escupen y pisotean con sus mentiras y acciones. No somos más que no sus títeres de trapo, por que nos dejamos embaucar y bailamos al son de su música.
Esos a los que otorgamos el poder de corregir y tan solo destruyen y corrompen nuestro crecimiento. Que nos obligan a cuestionarnos, si actuar bondadosamente o delinquir con el fin de sobrevivir dignamente. A esos que deberíamos extinguir, para que nadie viva acosta de los demás. Del sudor, el dolor y el sufrimiento ajeno que provocan. No se puede legislar desde la codicia y la indiferencia. No se debe gobernar con las herramientas de la presión y la opresión, con los poderes judicial, legislativo y ejecutivo, corrompidos. Sencillamente, no se puede morder la mano que te da de comer.
Parecemos ganado, guiado por una jauría de lobos. Pero está en nuestras manos, el cambiar ese patrón. Revelarnos contra este sistema opresivo y condicionador, impuesto y creado para un puñado de privilegiados vividores. Negarles el poder de controlarnos, derribar a los jinetes y frenar ese apocalipsis. Construir un mundo igualitario y formar una sociedad equitativa. Solo en nuestras manos, que no son pocas, las que construyen y dan el equilibrio al sistema. Tan solo debemos empezar a pensar objetivamente, en conjunto. Alinearnos para combatir tanta desigualdad. Abrir los ojos, levantar las manos y los puños para luchar contra todo lo que nos crucifica. Pensar y pasar a vivir, para nosotros y con los nuestros. Dejar de sobrevivir dándole la vida a quien nos la roba. Actuar en consecuencia de nuestras necesidades y no delegar el poder de decisión en las manos de terceros que no lo utilizaran correctamente. Ser conscientes de que el futuro se construye día a día y que somos nosotros los que debemos construir el nuestro propio. Sin barreras ni barricadas. Por nuestro bien y por el de las generaciones venideras.
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