Refugiados sin refugio

Millones de personas se ven obligadas a desplazarse de sus países de origen, siendo desahuciadas de sus tranquilas vidas, separadas de sus familias, su comunidad, de sus raíces. Por infinidad de razones, excepto la principal... por gusto. Gente que se lleva a cuestas su vida, sus recuerdos y en gran medida su futuro. El presente es una losa que los hunde y por desgracia la respuesta de la comunidad internacional además les golpea y les roba parte de sus pertenencias ( la esperanza ), como poco, por ello llevan lo imprescindible para mantener la razón. Personas con sueños que son truncados, que en su día albergaron ilusiones que se han disipado. En las que su vida se ha convertido en una ruleta rusa y que seguramente lo único que pretenden es tener una oportunidad. Para volver a sentirse personas normales y dejar de formar parte de un gráfico estadístico que no debería dejar de ser más que un barómetro que midiera la hipocresía e intolerancia de los que aun no han tenido que enfrentarse a semejante desgracia. Refugiados a los que el único refugio seguro que encuentran es el de seguir luchando por llegar a mañana, en una tierra hostil que no les acepta por miedo a ver perturbada su tranquilidad. Es triste, ver como por culpa de la burocracia, las fronteras, el sistema mal estructurado y demás escusas sin sentido. Los tratados sobre derechos humanos son pisoteados, como muere gente a diario que precisamente emprendieron su huida para alejarse de ella. Que intentando huir de la miseria son conducidas a un pozo mucho más profundo.
No debemos olvidar que necesitan ayuda y que deberíamos estar prestos a dársela. Por que además de formar parte de esta sociedad, también son parte del futuro.