Vivimos en una manzana
podrida, por la injusticia, la avaricia y el dinero. Nuestro planeta
sufre un cáncer llamado sociedad. Una sociedad que se ha corrompido
a lo largo de los tiempos, pero que en estos últimos esta alcanzando
unos niveles difíciles de controlar y soportar. Puede que como en
cualquier otra enfermedad haya llegado el momento de suministrar un
antídoto, que como en tantas ocasiones puede resultar doloroso al
principio y que también presente efectos secundarios, pero que hay
que administrar sin remedio si queremos sanar como sociedad y evitar
que este cáncer acabe exterminándonos a todos.
Todo en esta vida tiene
su tiempo, de nacimiento, de crecimiento, de auge, de decadencia y de
desaparición. No podemos evitar la extinción, pero si podemos
evitar el sufrir de modo descarnal hasta el fin. Podemos crear un
nuevo modelo social, una nueva sociedad, aprendiendo de los errores
que hemos ido cometiendo a lo largo de la historia y de las cosas que
se han hecho bien. No todos somos células cancerígenas también hay
muchísima gente (la mayoría diría yo) sana y con la intención de
salvar la decadencia a la que nos vemos abocados por unos pocos (los
que han monopolizado el poder).
El estado de bienestar
cada vez lo es menos y por desgracia para la mayoría de nosotros, si
no lo evitamos acabara desapareciendo para que siga creciendo más el
de las células cancerígenas. La incertidumbre del cambio asusta a
muchos, el miedo a lo desconocido, pero son tantos los cambio que se
han producido a largo de la historia y que finalmente han resultado
satisfactorios para crecer, mejorar y alargar nuestras vidas, que ya
deberíamos tener asumidos esos miedos. El miedo es la herramienta
que utilizan contra los que consideran débiles, pero la unión hace
la fuerza y los débiles se hacen fuertes y el miedo se convierte en
coraje para luchar por un futuro digno para todos los que lo
merezcan. Lo que no debemos hacer es mantener los cambios que una vez
ejecutados vemos que nos perjudican, sino erradicarlos al menor
síntoma de fallo o corregirlos, cualesquiera que sea su índole. No
permitir que un puñado de impresentables decida que es lo mejor o lo
peor para los demás, para así poder lucrarse y mantener sometidos
al resto. Mientras se mantienen al margen de lo establecido por
ellos.
El poder radica en la
unidad, mejor organizada que no. Pero en definitiva con un mismo
objetivo.
Tenemos en nuestras
manos el antídoto para este cáncer, no permitamos que nos siga
consumiendo. Sino tan solo dejaremos desolación a nuestro paso, una
tierra yerma donde nuestros hijos solo encontraran obstáculos para
seguir creciendo como personas dignas.
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