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jueves, 7 de febrero de 2013

Una manzana podrida


Vivimos en una manzana podrida, por la injusticia, la avaricia y el dinero. Nuestro planeta sufre un cáncer llamado sociedad. Una sociedad que se ha corrompido a lo largo de los tiempos, pero que en estos últimos esta alcanzando unos niveles difíciles de controlar y soportar. Puede que como en cualquier otra enfermedad haya llegado el momento de suministrar un antídoto, que como en tantas ocasiones puede resultar doloroso al principio y que también presente efectos secundarios, pero que hay que administrar sin remedio si queremos sanar como sociedad y evitar que este cáncer acabe exterminándonos a todos.
Todo en esta vida tiene su tiempo, de nacimiento, de crecimiento, de auge, de decadencia y de desaparición. No podemos evitar la extinción, pero si podemos evitar el sufrir de modo descarnal hasta el fin. Podemos crear un nuevo modelo social, una nueva sociedad, aprendiendo de los errores que hemos ido cometiendo a lo largo de la historia y de las cosas que se han hecho bien. No todos somos células cancerígenas también hay muchísima gente (la mayoría diría yo) sana y con la intención de salvar la decadencia a la que nos vemos abocados por unos pocos (los que han monopolizado el poder).
El estado de bienestar cada vez lo es menos y por desgracia para la mayoría de nosotros, si no lo evitamos acabara desapareciendo para que siga creciendo más el de las células cancerígenas. La incertidumbre del cambio asusta a muchos, el miedo a lo desconocido, pero son tantos los cambio que se han producido a largo de la historia y que finalmente han resultado satisfactorios para crecer, mejorar y alargar nuestras vidas, que ya deberíamos tener asumidos esos miedos. El miedo es la herramienta que utilizan contra los que consideran débiles, pero la unión hace la fuerza y los débiles se hacen fuertes y el miedo se convierte en coraje para luchar por un futuro digno para todos los que lo merezcan. Lo que no debemos hacer es mantener los cambios que una vez ejecutados vemos que nos perjudican, sino erradicarlos al menor síntoma de fallo o corregirlos, cualesquiera que sea su índole. No permitir que un puñado de impresentables decida que es lo mejor o lo peor para los demás, para así poder lucrarse y mantener sometidos al resto. Mientras se mantienen al margen de lo establecido por ellos.
El poder radica en la unidad, mejor organizada que no. Pero en definitiva con un mismo objetivo.
Tenemos en nuestras manos el antídoto para este cáncer, no permitamos que nos siga consumiendo. Sino tan solo dejaremos desolación a nuestro paso, una tierra yerma donde nuestros hijos solo encontraran obstáculos para seguir creciendo como personas dignas.

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