EL SENDERO DE LA VIDA

El sendero de la vida, que nace bajo los olmos y la frondosa ilusión de la esperanza y la alegría. Que serpentea en su largo recorrido entre llanos y montañas de sentimientos. Hacía filosos abismos que ocultan misterios, he inconmensurables murallas que no albergan sino la aventura de descubrir que esconden tras ellas. Ríos de sangre, lágrimas y tinta, sudores y emociones que no tiemblan, ni esquivan a los envites del destino que se escribe a cada paso. Con el alma, con las manos, con los actos.
Un sendero que creamos con las herramientas que encontramos y que cada cual hace a su mano, diferenciándonos de los demás. Hay quien cultiva utilidades, hay quien crea maldad, hay quien pasa desapercibido y hay quien solo quiere pasar. Hay quien busca un sentido, hay quien no sabe buscar y deja que le hagan el camino, sí mayor prejuicio que ir por donde le marcan los demás.
El sendero de la vida, con infinidad de peajes y apeaderos.En el que creamos nuevas vías, en el que nos estancamos por tiempo indeterminado. En el que luchamos sin medida. Por seguir menoscabando, nuevas rutas, nuevos días, seguir creando pasado. Donde echamos raíces, donde cortamos lazos. Dónde soñamos y tenemos pesadillas, dónde recordamos y nos sentimos olvidados. El sendero de la vida, qué hacemos largo o hacemos ancho, que convertimos en desierto o simplemente lo inundados. El sendero que se corta cuando ya todo ha acabado. Puede ser que deje huella puede ser que sea borrado. Dependiendo de la fuerza con que haya sido creado.