Velero al alba

Un barco amarrado a puerto sin destino determinado, anclado a la espera de que sople viento a favor. Trayecto incierto y tripulación desconocida, tan solo 50 metros de eslora y el balanceo del suave trajín que la marea lleva hasta el embarcadero. Susurro de velas que ansían desplegarse, abrirse inciertas en en pos de un viaje lleno de misterios, aventuras ir y venir de devenires, fortunios e infortunios sujetos a los caprichos del destino. Portavoz de un silencio que lo dice todo, en la mesura de su lance abarca un indómito universo y un extenso firmamento que lo abraza y acoge con la premura que precise pertinente. Náufrago en un mar de escarpias del del que cuelgan miles de antorchas para ofrecerle su despedida. Anhelos que despertando al alba alborotan la cubierta y la bodega cuando sienten que la zozobra comienza a evaporarse con la niebla que hasta antes de zarpar arropaba el casco de un velero qué esplendoroso comienza a distinguirse y extender sus alas para iniciar la travesía de fin incierto.