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lunes, 9 de mayo de 2011

A las faldas del Montseny




Amanecía todos los dias entre bruma. 
Los primeros rayos de luz rompían la monotonía de la noche. 
El aroma que desprendían los pino-abetos del jardin de la entrada, inducían a éxaltar el júbilo que proporciona la puerta abierta del edén de la vida.
El desperezar de un nuevo día, que aunque semejante al anterior, siempre ofrecía algo nuevo.
Mientras el silencio aún dormitaba en las calles, exclamaba entre susurros que sería un gran dia. 
Que hermosos los despertares a las faldas del Montseny. 
La esperanza albergada en el desayuno, junto a la chimenea humeante y el canto de los pajaros como melodía de fondo, abriendo el libro de la belleza. 
Sin politica, sin conflictos, sin hipocresía. 
Con el unico proposito de conocer otro día. 
Con aliento para reconocer un entorno amable que desplegaba sus alas invitando a la sabiduría. 
Calle arriba, ascendiendo entre alamos centenarios, 
hasta la plaza, custodiada por un roble descomunal.
Donde bajo su sombra caían historias de abuelos, cotilleos de "marujas" y griterío de niños.
Recorriendo una pequeña travesía, bajabamos hasta una fuente de piedra,
casi oculta en un laberinto de helechos y un riachuelo que discurre sosegado
a la par de de los pensamientos limpios que ese lugar inspira.
Todo eso en un lugar..........a las faldas del Montseny.

2 comentarios:

  1. Precioso relato... me hubiese encantado oír las historias de abuelos bajo ese roble :)

    un abrazo

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  2. Todavía existe ese mundo que recuerdas, y aunque el Mundo se ha hecho mayor, cumplido años y llenado de arrugas, ahí sigue la vieja casa con sus columnas, moribunda, atacada por los helechos y el olvido en un pueblo que prefiere carne más fresca, tocho más nuevo. Algunos a´rboles del paseo han muerto, rotos por tantas ausencias como la tuya, pero otros sobreviven, retrato del orgullo, ya baldío, de antaño. Sigue ahí la plaza y el roble, sigue el puente y el río, y sobretodo, ahí sigue, erguido y gigante bueno, el pico del señorío. El Turó de l'Home. Yo recorro estas calles en tu nombre, para que no te olviden.

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