Un lazo del tiempo

A la luna he decido contarle algo al oído, 

los fragmentos de los cuentos de un soñador empedernido.

Que el sustento del aliento no me falta en mi alegría,

que la ignorancia es atrevida y que como cada día.

Cuanto humo en el espacio, que perturba la visión de los que miran de reojo,

sin arrojo y con devoción.

Que me importa lo que digan,

lo que piensen o que teman, solo son sombras del tiempo,

que con el se marcharan.

Mi destino no sé si escrito o proscrito mi destino,

erguido camino a lo ancho del camino.

Las cunetas están llenas de los errantes de la vía

que conducen en carretas de sumisión y de agonía.

Mi carreta la quemé, quizás justo antes de nacer

y aunque no pueda volver, volvería a hacerlo otra vez.

He caminado descalzo y he leído entre senderos,

que las líneas vienen llenas de semillas y aguaceros.

Que la dureza del camino es el reflejo de la  fe

de alcanzar un objetivo, de los medios y de saber,

que el demonio esté contigo o que te guarde San gabriel,

el equilibrio es la herramienta  que sin duda has de tener.

Lanzas rotas en batallas sin palabras,

manos diestras que se adecuan a jornadas.

Un cielo negro se despeja  como se pudre una manzana,

tras el cielo aparecen bandas de gaviotas, de la manzana surge la vida.

Mi escalada es imperfecta, pero voy habriendo camino

a pesar de las tormentas y de los baches requeridos,

por que son el pan de hoy, el hambre del ayer y la incertidumbre del mañana.

Sopla viento adecuado, abro velas y los brazos,

grito al mundo alejado que de quién se han olvidado.