LA SOLEDAD

Soledad, que simple suena y que complicada puede llegar a resultar.
Se puede dar como una tila al espíritu o como un red-bull a la conciencía. Nadie la desea de forma perpetua en su vida, pero todos la buscamos de forma persuasiva e inherente. Agradable consejera y leal confesora, refugio de los secretos que delatamos en silencio. Soledad que sosiega o que perturba, que da la paz en momentos de tormento o que atormenta por su sobriedad. Galimatías esencial que busca en el interior, confeccionado crucigramas de indescifrable comprensión. Aliada de la meditación, que inspira a gente de cualquier condición. Artistas, escritores, filosofos, obreros, emprendedores, delincuentes, psicopatas,....., todo se fragua a su sombra.
Tan amable como el recorrido de los sentimientos que viajan desde el corazón hasta cada una de las neuronas que pueblan nuestro cerebro.
Tan despreciable como el grito desesperado del silencio que provoca el mutismo de no saber hacia donde dirigir la batuta de nuestra propia vida. Abrigo de esperanzas, ilusiones y miedos. Antorcha en la oscuridad y sombra en la luz.
Tan aclamada en el caos de las ideas, como repudiada por las injurias de la edad. Vertedero de nuestra hipocresía, que no recicla pero almacena todas las mentiras que no somos capaces de esculpir.
Soledad, que acompaña a una estirpe que no sería capaz de caminar sin ella, que buscamos para evadirnos del ritual de la monotonía, que reclamamos cuando se cierne sobre nosotros un invierno de sensaciones proscritas. Valorada en devoción, maldita en imposición.

No hay desierto más grande, que una multitud en la que te sientas solo.
Lo evidente, es tan evidente que a veces pasa desapercibido.
Pensé: pobre loco encerrado en su mundo. Sin darme cuenta del manicomio en el que vivo.
La soledad puede llegar a ser la mejor compañía.
La plena felicidad es una utopía que nos roban dia a dia.